que son los míos. Escuchar el viento y no moverme, sino temblar.
Permanecer quieta en movimiento, mecerme en tus brazos, en los míos.
Sentir, amar, gritar, gemir... al mismo tiempo, con el mismo tono.
Y entonces, despertarme a tu lado y sentir que nada importa,
por lo menos aquí y ahora. Y así llevamos tres meses, viviendo,
descubriendo, empezando... sin miedos, sin prisas, sin límites;
esperando que la vida que nos venga, nos deje seguir así,
viviendo en un infinito principio, sin miedos... con la esperanza
que dan siempre los comienzos.